A mi esposa
Con las promesas más nobles posibles,
como un buen joven enamorado,
te ofrecí paraísos donde la sombra
refrescaba nuestros cuerpos acalorados.
Tú siempre estuviste conmigo,
a mi lado, juntos caminamos.
No dudaste en dejarlo todo
para acompañarme por desconocidos senderos,
que unas veces fueron sinuosos
y otras, más rectos fueron,
en ocasiones llenos de obstáculos
por entre escarpados terrenos;
tuvimos que quitar muchas piedras,
algunas pequeñas, otras…, guijarros tremendos,
trepando por la colina
atravesando los cerros
para encaramarnos a la cima
divisando la vega en su espacio extenso,
donde pace el ganado sonando sus cencerros.
Esta es la manera sencilla
de decir que colmamos nuestros sueños
de una forma compartida,
pactada de común acuerdo.
Tuvimos el premio del gozo
a nuestro constante esfuerzo,
viviendo transportados
a las orillas del cielo
por tantos instantes agradables
como en nuestras vidas sucedieron.
Te doy las gracias por acompañarme,
por no desfallecer en ningún momento,
por ser la mitad de nuestra obra
ajustada en leal acoplamiento
en un encaje perfecto,
estando siempre predispuesta
a dar las espaldas al desaliento,
con entereza, ánimo y coraje,
siempre optimista, siempre con buen gesto.
Recorrimos la juventud,
haciendo nuestros proyectos
que hubo que corregir muchas veces
porque no eran perfectos.
Pero allí estabas tú,
cogiendo el toro por los cuernos,
demostrando una valentía
que ya quisieran muchos toreros.
Pasamos por “nuestra vida”
haciéndonos mayores, ya, casi viejos;
todavía me pareces tan bonita
como fuiste en otros tiempos,
cuando tus permanentes rosadas mejillas
encendían en mí un incombustible fuego,
fuego del que aún saltan chispas
si tú lo atizas con tus besos,
esos besos amorosos, tiernos
que tus cálidos labios me dieron.
Aún me queda una promesa que hacerte
como prueba de lo que te quiero,
y es que “ pase lo que pase en adelante,
estaré contigo como fiel compañero
y si pudiera otra vez encontrarte
procuraría conquistarte de nuevo,
pues no me imagino la vida
sólo, o con otro acompañamiento,
pues yo soy tú y tú eres yo…
somos… nuestros complementos”.
J.teodoro Pérez,(17.06.2 008), Octubre,2010
jueves, 7 de octubre de 2010
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4 comentarios:
Precioso poema, una declaración de amor en toda regla. Gracias por visitarme.
un saludo.
Gracias, Ana , por comentarlo.
Saludos cordiales.
Maravilloso amor, maravillosa poesía,
Una vida de encanto y armonía, como tan solo con lo verdadero se puede obtener.
Un fuerte abrazo a la distancia...
Susana............
Hola, Susana, es un placer verte de nuevo por aquí y más aún recibir tu grato comentario. Gracias también por tus adjuntos tan interesantes.
Con afecto:
J.Teodoro
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