Llegaste
a mis entornos
lo
mismo que una estrella fulgurante;
atractiva
a mis ojos,
espléndida, brillante,
pero
para mí, eras inalcanzable...
¬
...
y es porque estaba tu órbita
a
una distancia muy considerable
respecto
de la mía
que
es de ritmo constante
mientras
la tuya era osada e inestable.
Venías decidida;
estabas
segura que al hacer balance,
tu
haber reflejaría
de
modo inexorable
que,
hacia ti caería como un grave.
Por
tu gran atracción
tuvo
mi trayectoria unos desfases
fuertes
de nutación
cuando
tú te acercaste
casi
hasta el borde de la colisión.
Acabó el cabeceo
y
recuperé de nuevo mi cauce
yéndome hasta tu afelio,
muy
lejos de tu alcance
antes
que mi equilibrio amenazases.
Quiero
con este símil
describir
un acaecido pasaje
en
que envuelto me vi.
de
forma lamentable
por
un amor prohibido, formidable.
Cual
eva tentadora
el
fruto de su edén incomparable,
con
manos ¿pecadoras?,
manos
formidables,
me
ofrecía su sazón envidiable.
Yo
no pude morder
aquellas
manzanas inigualables,
pues
las dejé perder;
un
acerado cable
me
ataba a otro paraíso
entrañable.
Vi,
oí, olí, no toqué;
cuerda
floja de equilibrio inestable;
pude
saltar sin red,
pero...,
¿fui un poco cobarde?
¡Esta cuestión, la respondo más
tarde!
Creado el 15.08.2 009
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez