lunes, 21 de febrero de 2011
Difícil acceso
No puedo dominar mis sueños,
mi subconsciente me lleva
por los ámbitos más dispares
donde ocurren sucesos irreales,
imposibles, cubiertos con extraña careta.
Sin embargo,
tengo unos sueños persistentes
que me conmueven porque de ilusión me llenan;
son unos sueños recurrentes
que a la par me inquietan y serenan.
Mis sueños me llevan
siempre al mismo sitio:
veo una hermosa melena
de color dorado de trigo
que hasta la espalda le llega
a quien va a acabar conmigo.
Ella es la amapola del trigal
que exhibe carnosos labios rojos
en la boca de mis delirios.
Siempre me toma la mano
y me la lleva a su pecho
para que yo note el caballo
que galopa bajo sus senos.
Me dice “que el corcel se le desboca
para salvar la distancia
que lejos de mí la coloca,
cuando su amor me tiene militancia
y mi ausencia la está volviendo loca”.
Yo me lleno de euforia
y pretendo decirle que la quiero
pero no me sale una palabra sola
y sin poder dar un paso me quedo quieto
mirando su cara preciosa
mientras ella me sonríe como una novia.
Me dice que me espera incansable
dando mi nombre al viento
porque ella muy bien no sabe
por qué no acudo nunca a su encuentro,
regalándome sus lágrimas de encanto
que ruedan por su rostro de ensueño
como el romántico rocío, transparente y claro.
Ella se encuentra algo despechada
y yo la veo inmaterial;
es como dar un palo al agua,
porque su imagen se me va.
Mis sueños acaban siempre de la misma forma:
Una sensación de sorpresa
junto a una experiencia de fracaso
por una ficticia musa que se me queja
de que hacia ella no doy un paso
sabiendo que me espera,
amapola romántica en el sembrado
con mirada de alba nueva
y pelo de trigo dorado
invitándome a vivir joven y eterno,
lo que como mortal me es negado
porque ella solo existe en mis sueños
y los sueños están fabricados
en el subconsciente etéreo
adonde es muy difícil el acceso.
J.Teodoro P., Febrero'2011
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