sábado, 8 de junio de 2013

Pan de pueblo



Dejemos las cosas, no las toquemos
al no haberlo hecho a su debido tiempo
pues no nos valen los lamentos,
nuestro caso que ya no tiene arreglo
aunque suframos cuando atrás miremos
dolidos, evocando los recuerdos
que nos hablan de felices momentos
repartiéndonos un amor sincero
que teníamos bien cargados de sueños
que entre nosotros eran complementos
que encajaban del modo más perfecto.

Hoy, pensar en ello no tiene objeto
porque se hieren nuestros sentimientos
que nos acusan de los desaciertos
cometidos por los razonamientos
inconscientes por la falta de tiento
con que mandamos nuestro amor al viento
para acabar por último perdiéndolo
definitivamente, sin remedio.

Pero somos humanos, nos queremos
a pesar de los acontecimientos
que en nuestras vidas han ido sucediendo
porque el amor como dicen es ciego
y no entiende de distancias ni tiempos
sino de atracciones y acercamientos,
de contactos, de caricias y besos.

No obstante lo real y verdadero
es que nos desviamos de aquel sendero
de la mano, enlazando nuestros dedos
creyendo que estábamos junto al cielo
realizando un bonito crucero
atracando en cada uno de los puertos
que nosotros teníamos abiertos
en el ancho mar de nuestro entendimiento.

Ahora toca ser fríos, serenos
aceptando como sucedieron
las realidades de nuestros hechos
como nuestros destinos dispusieron:
"privarnos de un amor casi perfecto"
sin que hubiera ni discusión ni acuerdo,
solamente una separación, es cierto,
que por más que pienso no la comprendo.

Ahora, lo único que tenemos
es mucha añoranza de todo aquello,
la experiencia de un amor estupendo,
lo que a pesar de todo es un consuelo,
como un pedacito de pan de pueblo
que no es todo el pan pero está muy bueno.
José Teodoro Pérez
Autor-propietario
PSM, 03.06.2013