Que el tiempo en
balde no pasa
es algo que se nos
dijo;
que tuviéramos de
fijo
que el tiempo es algo
que abrasa.
Solo el tiempo en su
transcurso
nos detalla la verdad
cuando nuestra
mocedad
va olvidando su
discurso.
Como surcos de
besanas
se nos van quedando
aradas
con líneas bien
marcadas
las caras, antes
lozanas.
Las facciones se
mudan
y los cuerpos se
deforman
y a otros modelos se
ahorman,
tanto que, de su
ayer…, dudan.
También cambian:
ideales,
se truecan las
ilusiones
por mudar las
condiciones,
por cuestiones
principales.
Con la edad se
saborea
quizá un poco más la
vida
porque se tiene
vivida
la parte menos fea.
Revestidos de
paciencia,
se da a la realidad
mejor oportunidad
y mayor
independencia.
Se ve que el tiempo
conduce,
traza sus
comportamientos
y controla los
momentos
que nuestra atracción
produce.
El tiempo marcha
implacable
y no tiene vuelta
atrás,
pasa y ya no vuelve
más,
eso es cuestión
indudable.
Tan solo la evocación
nos da amago de
retorno
para caer en bochorno
porque solo es
ilusión.
Creado el 27.11.2010
José Teodoro Pérez
(Autor-propietario)