Nunca
podrás saber
los
caminos que anduve,
nunca
comprenderás
cuántos fueron los problemas que tuve.
Nunca
te enterarás
en
qué cosas pensé
ni
qué preguntas me hice;
las
que nadie me supo responder.
Nunca
tendrás noticias
de
aquella soledad
que
me acompañó un tiempo
con
un aspecto duro de crueldad.
Dudo
si sabes algo
de
mi peregrinar
por
un largo sendero
que
creía que nunca iba a acabar.
Dudo
que tú pensaras
si
tenía problemas,
o
por donde marchaba,
posiblemente
nada te influyera.
Dudo
de si preguntaste
alguna
vez por mí
y
cuál fue tu respuesta
a
lo que alguien te pudiera decir.
Mi
mente recreó
experiencias
vividas
contigo
felizmente
en
alegre y compartida armonía.
Mi
oído recordó
palabras
por ti dichas,
palabras
musicales
que
para mi eran dulce melodía.
Mis
retinas grabaron
imágenes bonitas
de
situaciones tuyas,
imágenes que me eran muy queridas.
Mis
manos añoraron
el
lazo de tus manos,
el
tacto de tu piel,
el
regalo sutil de tus encantos.
Sobre
todas las cosas,
tu
sonrisa entrañable,
mi
puerta de tu amor,
me
gusta, junto con tus ojos grandes.
Ojos
claros como agua
de
la gama del verde;
pestañas a manojos,
largas,
vueltas con puntas de alfileres.
Tu
cuerpo único, esbelto,
proporciones
canónicas,
con
medidas de infarto
que
exhibías en tu figura armónica.
Pero
era tu persona,
alojada
en tu cuerpo,
lo
que yo más quería;
mi
esperanza, mi ilusión,
mi consuelo.
Nuestra
historia sencilla,
densa,
maravillosa,
está escrita en mi agenda…,
es
el orden del día de cada hoja.
Pasó ya media vida
de
este acontecimiento,
pero
está aún presente
en
lo más interno de mis adentros.
Me
llevaré conmigo
estos
nobles afectos
que
me han acompañado
como
los más leales compañeros.
Creado el 31.03.2009
Autor-propietario:
José Teodoro Pérez