jueves, 7 de octubre de 2010

Encaje perfecto

A mi esposa



Con las promesas más nobles posibles,
como un buen joven enamorado,
te ofrecí paraísos donde la sombra
refrescaba nuestros cuerpos acalorados.

Tú siempre estuviste conmigo,
a mi lado, juntos caminamos.

No dudaste en dejarlo todo
para acompañarme por desconocidos senderos,
que unas veces fueron sinuosos
y otras, más rectos fueron,
en ocasiones llenos de obstáculos
por entre escarpados terrenos;
tuvimos que quitar muchas piedras,
algunas pequeñas, otras…, guijarros tremendos,
trepando por la colina
atravesando los cerros
para encaramarnos a la cima
divisando la vega en su espacio extenso,
donde pace el ganado sonando sus cencerros.

Esta es la manera sencilla
de decir que colmamos nuestros sueños
de una forma compartida,
pactada de común acuerdo.

Tuvimos el premio del gozo
a nuestro constante esfuerzo,
viviendo transportados
a las orillas del cielo
por tantos instantes agradables
como en nuestras vidas sucedieron.

Te doy las gracias por acompañarme,
por no desfallecer en ningún momento,
por ser la mitad de nuestra obra
ajustada en leal acoplamiento
en un encaje perfecto,
estando siempre predispuesta
a dar las espaldas al desaliento,
con entereza, ánimo y coraje,
siempre optimista, siempre con buen gesto.
Recorrimos la juventud,
haciendo nuestros proyectos
que hubo que corregir muchas veces
porque no eran perfectos.

Pero allí estabas tú,
cogiendo el toro por los cuernos,
demostrando una valentía
que ya quisieran muchos toreros.

Pasamos por “nuestra vida”
haciéndonos mayores, ya, casi viejos;
todavía me pareces tan bonita
como fuiste en otros tiempos,
cuando tus permanentes rosadas mejillas
encendían en mí un incombustible fuego,
fuego del que aún saltan chispas
si tú lo atizas con tus besos,
esos besos amorosos, tiernos
que tus cálidos labios me dieron.

Aún me queda una promesa que hacerte
como prueba de lo que te quiero,
y es que “ pase lo que pase en adelante,
estaré contigo como fiel compañero
y si pudiera otra vez encontrarte
procuraría conquistarte de nuevo,
pues no me imagino la vida
sólo, o con otro acompañamiento,
pues yo soy tú y tú eres yo…
somos… nuestros complementos”.
J.teodoro Pérez,(17.06.2 008), Octubre,2010

Generosidad infinita

Cuando veas la Aurora despertar
esparciendo por el espacio su claridad
precediendo el anuncio diáfano
del Sol por la inmensidad
con su redondez anaranjada
que al Cielo se quiere elevar ,
salúdala con alegría
porque enciende la oscuridad.
Trae noticias de esperanza
para el día que va a comenzar
dando impulsos a la vida
que se empieza a espabilar
sacudiendo el sueño de la noche,
desperezándose atrevida
para poderse incorporar.
La Aurora se va diluyendo,
comienza la actividad,
mientras los seres nocturnos
dejan de laborar
ocultándose en sus guaridas
hasta el ocaso solar.
Da gracias maravillado
por los dones recibidos
por el Rey de la Creación
que para ti los ha construido
con generosidad infinita
antes de que empezaran los siglos;
disfruta de tanta belleza
y sé solidario con ella
para que se conserve sin mella
y aún, se supere a sí misma
con tu colaboración más extensa,
según mandato divino,
según divina encomienda,
desde el comienzo del tiempo
cuando empezó a preverla
para que fuese nuestra casa terrena
mientras estuviéramos en la Tierra,
que aquí llegamos sin nada
y Él nos la dio como prenda
para gozarla y cuidarla
para quienes tras nosotros vengan;
que la encuentren adecentada
porque ya es muy longeva
y de tanto maltrato humano
puede terminar deshecha.
El buen Padre no quiere eso,
quiere que se la quiera,
que Él la convirtió en el taller
donde se modelen almas perfectas,
que una vez cumplidas sus tareas
suban a la Cumbres Eternas,
donde el dolor no existe,
donde no existen las penas,
porque la paz es la cotidiana faena.
J.Teodoro P., 12.06.2008), Octubre'2010