CANTO A LA MUJER
(Tetrásforos monorrimos)
Le canto a la mujer en cualquier
circunstancia,
tanto en la dura vejez como en la
tierna infancia
porque en nuestra vida poseen mucha
importancia,
venciendo obstáculos con la mayor
elegancia.
Canto a la madre abnegada, persona
admirable,
protectora, enfermera, que nos hace
llevable
lo duro de la vida, de un modo
soportable
con entereza firme, con afán
envidiable.
Canto como hijo agradecido a las
madres buenas
que en sus vientres nos dieron la
sangre de sus venas,
que nos educaron disimulando las penas
perdonando en toda ocasión “nuestras
faenas”.
Canto a nuestras hermanas que con
nosotros se criaron
que aunque nuestros caminos luego se
separaron
son los mismos pechos los que nos
amamantaron,
como los mismos padres quienes nos
educaron.
Canto a las niñas que no tuvieron
libertad;
desde pequeñas esclavas de la Sociedad,
sometidas primero a la patria
potestad,
luego al marido que tenía la
autoridad.
Canto a la adolescente rebelde,
soñadora
inmersa en una etapa poco razonadora
que juega a ser mayor lo mismo que una
señora
que igual se enamora, como se
desenamora.
Canto a las muchachas amigas de
juventud
a las que admiré y quise tratar con
pulcritud,
cuando salíamos en pandilla, en
multitud
desenfadados , con una alegre actitud.
Canto a aquellas chicas, mis amigas
principales
de las que conservo unos recuerdos especiales
porque las tuve cerca, próximas, como
iguales
y yo les profesé sentimientos muy
leales.
Canto a las novias cariñosas e
ilusionadas
porque en nuestras relaciones son tan
delicadas,
que tienen nuestras esperanzas
depositadas
y de ellas tenemos las promesas más
preciadas.
Canto a las esposas, las queridas
compañeras
por sus actos valerosos, sus vistas
certeras,
por sus cualidades permanentes,
verdaderas,
opuestas a las nuestras, etéreas,
ligeras…
Canto a las hijas, niñas grandes de
nuestros ojos,
debilidades precisas de nuestros
antojos
a las que mimamos descarados, sin
sonrojos
para quienes nuestros pechos no
guardan enojos,.
Canto a la mujer madura, hecha,
experimentada
que ya está de responsabilidades
cargada
y que a pesar de ello, nadie la ve
doblegada,
ni quejumbrosa, ni malhumorada o
cansada.
Canto a la abuela, a la mujer mayor
venerable
a quien la vida ha dejado, de forma
palpable
sabiduría y arrugas en su cara
entrañable,
de probada paciencia, comprensiva y
afable.
Mujer, tú tienes muchos papeles en la
vida
afrontándolos todos valiente, decidida
haciendo renuncias sin que seas
comprendida
siempre dispuesta, luchadora,
comprometida.
Asumes demasiadas responsabilidades,
demasiadas, aunque tengas muchas
facultades
porque a ti no te amilanan las
dificultades
porque para ello estás sobrada de
cualidades.
Tú te enfrentas a ellas con aptitud
competente
respondiendo a los problemas firme,
diligente
pues tu generosidad, mujer, es sorprendente
siendo a diario la guía en provecho de
tu gente.
Canto a la mujer ser prodigioso de la
vida
de las criaturas, del Creador, la más
querida;
tienes una capacidad de amar sin
medida
por eso, mujer, tienes mi voluntad
rendida.
Creado el 20/06/2 008
José Teodoro Pérez, 24.07.2012