martes, 24 de julio de 2012

Canto a la mujer




CANTO A LA MUJER
(Tetrásforos monorrimos)







Le canto a la mujer en cualquier circunstancia,
tanto en la dura vejez como en la tierna infancia
porque en nuestra vida poseen mucha importancia,
venciendo obstáculos con la mayor elegancia.

Canto a la madre abnegada, persona admirable,
protectora, enfermera, que nos hace llevable
lo duro de la vida, de un modo soportable
con entereza firme, con afán envidiable.

Canto como hijo agradecido a las madres buenas
que en sus vientres nos dieron la sangre de sus venas,
que nos educaron disimulando las penas
perdonando en toda ocasión “nuestras faenas”.

Canto a nuestras hermanas que con nosotros se criaron
que aunque nuestros caminos luego se separaron
son los mismos pechos los que nos amamantaron,
como los mismos padres quienes nos educaron.

Canto a las niñas que no tuvieron libertad;
desde pequeñas esclavas de la Sociedad,
sometidas primero a la patria potestad,
luego al marido que tenía la autoridad.

Canto a la adolescente rebelde, soñadora
inmersa en una etapa poco razonadora
que juega a ser mayor lo mismo que una señora
que igual se enamora, como se desenamora.

Canto a las muchachas amigas de juventud
a las que admiré y quise tratar con pulcritud,
cuando salíamos en pandilla, en multitud
desenfadados , con una alegre actitud.

Canto a aquellas chicas, mis amigas principales
de las que conservo unos recuerdos especiales
porque las tuve cerca, próximas, como iguales
y yo les profesé sentimientos muy leales.

Canto a las novias cariñosas e ilusionadas
porque en nuestras relaciones son tan delicadas,
que tienen nuestras esperanzas depositadas
y de ellas tenemos las promesas más preciadas.

Canto a las esposas, las queridas compañeras
por sus actos valerosos, sus vistas certeras,
por sus cualidades permanentes, verdaderas,
opuestas a las nuestras, etéreas, ligeras…

Canto a las hijas, niñas grandes de nuestros ojos,
debilidades precisas de nuestros antojos
a las que mimamos descarados, sin sonrojos
para quienes nuestros pechos no guardan enojos,.

Canto a la mujer madura, hecha, experimentada
que ya está de responsabilidades cargada
y que a pesar de ello, nadie la ve doblegada,
ni quejumbrosa, ni malhumorada o cansada.

Canto a la abuela, a la mujer mayor venerable
a quien la vida ha dejado, de forma palpable
sabiduría y arrugas en su cara entrañable,
de probada paciencia, comprensiva y afable.

Mujer, tú tienes muchos papeles en la vida
afrontándolos todos valiente, decidida
haciendo renuncias sin que seas comprendida
siempre dispuesta, luchadora, comprometida.

Asumes demasiadas responsabilidades,
demasiadas, aunque tengas muchas facultades
porque a ti no te amilanan las dificultades
porque para ello estás sobrada de cualidades.

Tú te enfrentas a ellas con aptitud competente
respondiendo a los problemas firme, diligente
pues tu generosidad, mujer, es sorprendente
siendo a diario la guía en provecho de tu gente.

Canto a la mujer ser prodigioso de la vida
de las criaturas, del Creador, la más querida;
tienes una capacidad de amar sin medida
por eso, mujer, tienes mi voluntad rendida.

Creado el 20/06/2 008
José Teodoro Pérez, 24.07.2012